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Mons. Agrelo, Somos un puñado de cristianos que viven entre musulmanes

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@Pablitorf: Durante estos últimos días estamos viendo en los medios de incomunicación una oleada de noticias entorno a la inmigración en el norte de África. Para muchos es simplemente una oleada de inmigrantes ilegales a los cuales tendremos que repatriar en el menor tiempo posible, para otros quizás haya un gran fallo en la injusta política migratoria que legista nuestro país y el resto de Europa. En medio de toda esta controversia, hemos conseguido contactar con Monseñor Agrelo, franciscano español que realiza su labor en Tanger como Arzobispo. Desde aquí Monseñor Agrelo nos hace reflexionar acerca de la “otra parte” de la frontera, de los movimientos sociales, las redes y la juventud dentro de la Iglesia.

El Arzobispo de TangerPablo Rodríguez: Estos días se le ha visto en algunos medios de comunicación hablando sobre el tema de la inmigración y la política española y europea de las fronteras. ¿Cómo definiría la situación que estamos viviendo actualmente?

Santiago Agrelo: Si a mi puerta llega un joven, hombre o mujer, y viene a pedir para comer o para cobijarse durante la noche, yo sé que delante de mí o está un hermano que tiene un grave problema, o está, también es posible, un hermano que quiere engañarme. Lo normal será que se trate de alguien atrapado en una situación de necesidad.
Si, en vez de uno, son centenares de hombres, mujeres y niños los que llaman a mi puerta, entonces sé que estoy ante una situación de emergencia que reclama la atención inmediata de cuantas personas puedan dar una mano para resolverla o al menos para mitigarla.
Si son miles de personas las que llaman, uno piensa que la situación reclama el compromiso de los poderes públicos en la tarea de comprender, subsanar, encauzar, resolver…
Los pobres están ahí, y los poderes públicos también, pero no para ayudar, sino para reprimir. Ésa es la situación.

PR: ¿Y nosotros como cristianos, a qué estamos llamados?

SA: Eso habrá que preguntárselo al Espíritu de Jesús, que es también el Espíritu de los que son de Jesús. Me limitaré a citar un texto de la Sagrada Escritura que Jesús declaró cumplido después de haberlo leído en la sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”.

No iremos a ningún lado mientras no tomemos conciencia del mundo de los pobres –cautivos, ciegos, oprimidos, endeudados, desahuciados, parados, emigrantes, sin techo-, y de la misión –del evangelio- que Dios nos confía para ellos: libertad, vista, remisión, solidaridad, comunión.

PR: Actualmente ocupa un papel en la Jerarquía Eclesiástica en un país del Magreb, o de la «periferia» como diría el Papa, ¿cambia mucho la situación de ser cristiano allí respecto a un cristiano de occidente?

SA: Mi modo de ser cristiano no ha cambiado por el hecho de serlo en Marruecos. Lo único que desaparece en la vida de esta Iglesia que peregrina entre musulmanes son las procesiones y los aspectos más externos de la Navidad. Aquí todo se hace más hacia dentro, todo resulta más nuestro, todo gana –eso creo yo- en autenticidad.
Somos un puñado de cristianos que viven entre musulmanes; somos un puñado de arena que el Espíritu de Dios ha dispersado en una inmensa playa; y la gracia ha querido que ese puñadito de arena no desaparezca en la playa sino que le dé color y calor.

PR: ¿Cuales son las principales preocupaciones de un Obispo en Tánger? ¿Cómo es su día a día?

SA: Mi preocupación principal es la de acompañar desde la fe la vida de esta Iglesia: mantenerme con ella en el seguimiento de Jesús, mantener vivo en los corazones el fuego de la caridad, caminar con los fieles hacia dentro del misterio de Dios, acompañarlos al encuentro de los pobres.
Doy gracias a Dios porque ha enriquecido esta Iglesia con multitud de carismas, y, de ese modo, la ha acercado al corazón de la sociedad que nos acoge.
Mi jornada comienza a las 5:00 de la mañana, y termina a las 22:00.

PR: El norte de África está siendo un foco mediático como consecuencia de la Primavera Árabe, ¿Cómo la está viviendo usted? ¿Cree que hay que tener tanto miedo a esta revolución o puede conllevar importantes cambios?

SA: Lo de la primavera árabe es una expresión que los acontecimientos se han encargado de relegar al olvido. Lo que ha habido en muchos países árabes son convulsiones profundas, con consecuencias no sé si previsibles, pero en muchos casos no deseables.
Confieso mi incapacidad para analizar el significado de esas convulsiones, pero mucho me temo que se trate siempre y sólo de luchas por el control del poder, o lo que es lo mismo, por el control de los recursos económicos de los países.

PR: Sabemos también que dedica parte de su tiempo a la evangelización mediante las redes sociales (Twitter, Facebook). ¿Cree que es un buen medio para la evangelización y que puede llegar a más gente?

SA: Empecé por enviar como e-mail los comentarios que hago cada semana a la liturgia del domingo. La idea era que llegasen a los fieles dispersos en el amplio territorio de la diócesis; pero al poco tiempo tenía más destinatarios en el correo electrónico que fieles en toda la diócesis. Me consta que muchos de mis interlocutores reenvían los mensajes a sus propios contactos; de ese modo, aumenta todavía más el número de personas con las que puedo compartir mi fe.
Más tarde, alguien me animó a entrar en Facebook, me abrió la cuenta, y me enseñó los rudimentos en ese mundo del todo extraño para mí. Hoy tengo por esos pagos más de 2.300 amigos.
Y el último en llegar ha sido Twitter: ahí me muevo poco y mal. Pero quien sabe, con el tiempo igual aprendo.
Que por esos caminos se llega a más gente, es una evidencia. Que sirva para la evangelización, dependerá de quien escribe, de su fidelidad al evangelio, de lo que haya en el corazón.
Yo espero que mis interlocutores sientan aire de evangelio en lo que escribo.

PR: A nosotros nos parece un medio excelente para llegar sobre todo al público más joven, quizás el más olvidado en la Iglesia pero con el mayor potencial de todos. ¿Cuál cree usted que debería ser el papel de los jóvenes en la Iglesia?

SA: Creo que en vez de hablar de “la Iglesia”, realidad última que difícilmente podemos siquiera imaginar, nos convendría hablar de comunidades eclesiales, de instituciones evangelizadoras, de comunidades de fe. Por nombrar una: la parroquia. Si la parroquia está viva, si está encarnada, si es misionera, si crece en torno a Cristo resucitado, si aprende a los pies de Cristo Maestro, si es una comunidad de seguidores de Jesús de Nazaret, será una gran familia en la que todos, desde los niños a los ancianos, encontrarán su lugar, su función, su misión, su vocación, su tarea, o eso que habéis llamado “su papel”.

PR: Si pudiera lanzar un mensaje a los jóvenes de la Iglesia, ¿Cuál sería?

SA: Que, con la fuerza de su juventud y su pasión por Cristo y por los pobres, ayuden a sus respectivas comunidades eclesiales, para que lleguen a ser esa gran familia de hombres y mujeres que Dios ha convocado a la vida con Cristo.

Año de la fe (pequeña guía para jóvenes)

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@al3rdia: El 11 de octubre de 2012 (50 años después del Concilio Vaticano II y 20 años después de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica), es decir, mañana, da comienzo un año especial para los cristianos católicos, el Año de la fe. Con la intención de vivirla más conscientemente, profundizar en sus contenidos, celebrarla con entusiasmo y comunicarla con alegría, a toda la Iglesia, a cada comunidad y a cada grupo, se nos ha convocado a vivir este Año.

Quizá no haya que hacer muchas cosas nuevas, o quizá alguna sí, quien sabe… en cualquier caso, es una oportunidad para profundizar en esa respuesta agradecida que un día dimos a Dios. Nuestra fe, es eso, respuesta a una propuesta que no está de nuestra parte. Una iniciativa amorosa que llena de sentido hasta los momentos más oscuros de nuestra vida. No es una elección personal, nos han elegido. No es una opción personal, han optado por nosotros. Tomar conciencia de ello nos hace descentrarnos de nosotros mismos y de nuestro mundo particular y centrar todo lo que somos y vivimos en Dios.

Para ello puede ser de ayuda el pensar algunos ámbitos o dimensiones de la fe, bien de manera particular, bien como un itinerario de grupo, si tienes la suerte de compartir tu fe en grupo, durante este año, bien para acentuarlo de cara a nuestros compromisos.

 

La fe que profesamos (Credo)

Aunque la fe es un acto de confianza y de fidelidad a Dios, hay una serie de contenidos que perfilan la identidad del Dios en el que creemos y, como consecuencia, nuestra manera de entender la vida y nuestra fe. Dichos contenidos están sintetizados en el Credo, que rezamos «de memorieta» en las fiestas y solemnidades.

No vendría mal que este año hiciésemos un esfuerzo por «pensar nuestra fe», comprenderla, profundizarla… no sea que vivamos como cristianos y desconozcamos la fe que nos une, …no sea que digamos vivir una fe que no comprendemos y que no sabemos explicar ni a nosotros mismos, …

Para ellos, una ayuda básica es el Catecismo, o el Youcat, aunque hay otros subsidios que también nos pueden ayudar.

 

La fe que celebramos (liturgia)

Un momento privilegiado de la fe es la celebración cristiana. Creo que no hay que decir mucho para motivar este asunto. …o quizá sí.

¿Funciona nuestra fe a nivel de calendario escolar? ¿Flojeamos en verano en nuestra participación en la eucaristía? Esto quizá sea porque todavía no hayamos captado su valor, o porque no hemos accedido a la experiencia que supone celebrar una Eucaristía «como Dios manda».

La Eucaristía, lejos de un show con musiquitas, o un momento para vernos las caras, es el encuentro de la comunidad cristiana con su Dios: Padre, Hijo y Espíritu. Hablamos de encuentro. No de recordar cosas que Jesús hizo o dijo. Encuentro entre cada uno con Jesucristo resucitado por la fuerza del Espíritu donado por el Padre, y encuentro de toda la Iglesia con el Dios que la llama, la habita, y la envía. Encuentro con su amor (perdón), encuentro con su Palabra (Escritura), encuentro con Él (memorial de la Última Cena), encuentro con toda la Iglesia presente y pasada (Plegaria Eucarística), encuentro con los demás (la paz), encuentro con Cristo (comunión).

La fe que vivimos (moral)

Lejos de ser una serie de ideas de fondo con la que vivimos, la fe es algo práctico, Es nuestro comportamiento, nuestras actitudes y nuestros actos. En teoría, solamente por nuestro modo de vida, se nos tendría que reconocer como cristianos.

La moral, no es sólo una serie de tomas de posturas ante cuestiones controvertidas sobre el comienzo de la vida, su final, la sexualidad u otros temas. Es una manera especial de situarse en el mundo. Si una persona no tiene clara su fe, es casi imposible que comparta o viva la moral cristiana, pues esta, está motivada por una experiencia de saberse profundamente amado. Desde ahí es desde donde se construyen con comportamientos, se buscan los fines y los medios, se sabe decidir, se tiene clara la conciencia, se promueve la vida, se denuncia la injusticia, se trabaja por los demás. En una expresión quizá chocante, se «practica a Dios» ¿lo haces tú?

 

La fe que rezamos (oración)

La oración es la fe en acto y el hecho más consumado de nuestra vida de fe, pues ahí estamos cara a cara con Dios.

Quizá pueda ser, este año, un buen momento para eliminar cierto automatismo con el que recitamos las oraciones, hay que esponjar nuestro corazón para que Dios pueda hablar, hay que… ¿Qué es lo que tú puedes hacer?

El obispo de los jóvenes – C. M. Martini

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@jimenezjosel: Seguro que muchos ya habéis escuchado y leído la noticia, hace unas semanas ya, murió Carlo María Martini. Y si habéis leído con atención os habrán dicho que era una voz contestataria dentro de la Iglesia, que fue un candidato a Papa en la última designación de los cardenales. Para mí, ha sido otra cosa: ha sido el obispo de los jóvenes.

Por poneros en situación, Martini era un sacerdote jesuita, nacido en Turín, fue ordenado obispo y le asignaron la diócesis de Milán, una de las más importantes del mundo. Y aparte de las lógicas labores episcopales, decidió que los jóvenes eran una prioridad en su labor pastoral, pero no como un mero folclore en el que una vez al año llena la catedral de jóvenes, sino como un proceso de escucha en el cual el protagonismo juvenil adquiere una nueva dimensión.

 

Momentos de encuentro, talleres personalizados de oración y Biblia, oraciones y lectio divina con palabras cercanas y certeras para los jóvenes. Un modo de mostrar un rostro joven de la Iglesia, todos los días en lo cotidiano y lo cercano. Y cuando te expones a escuchar, cuando abres tus orejas y tu corazón siempre ocurre un hecho en el que creo que el Espíritu tiene mucho que decir: te vuelves receptivo, abres caminos de diálogo en contraposición a permanecer cerrado y en la trinchera.

 

Aparte de todo esto que os he contado, Martini era un estudioso y enamorado de la Biblia, escribió multitud de libros, de algunos os hablaremos en otra ocasión, aunque si tenéis tiempo os recomiendo uno de sus últimos libros: Diálogos Coloquios nocturnos en Jerusalén.

Disfrute de la presencia del Padre, Carlo María.

Sobredosis de soma

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@Geralss  El mundo esta lleno de soma. Me refiero al soma de la novela de Aldous Huxley «Un mundo feliz». El soma es la droga que les dan a los habitantes de ese mundo «feliz» cuando se angustian y se cuestionan el lugar en el que viven; se la administran también para curar sus penas, ya que en la novela el soma es una droga que todos ingieren cuando se encuentran deprimidos. Para algunos, en nuestro mundo, su soma es el trabajo, los deportes neuróticos, la televisión, la comida, la ropa de marca, el alcohol, las sustancias psicotrópicas… Hoy en día se intoxican de todo eso para no tener que pensar en su propia vida.

Uno dice: «Bueno, después de todo, el soma no es malo. Todos toman alguno». Pero no, no es así en absoluto. De hecho casi no hay diferencia con una droga, porque uno busca no pensar, no sentir dolor, y la verdad es que al final todos necesitamos eso un poco. Parece que el ser humano no ha sido creado para la felicidad. Su cerebro – aseguran los científicos – está al servicio de la supervivencia, es decir, al servicio del egoísmo.

La cantidad de golosinas que me habré comido, el llenarme la boca, el estómago, el vacío para que no quepa ningún pensamiento, ningún sentimiento y ninguna pregunta impertinente, porque esas cuestiones que a veces te molestan son demasiado tontas y profundas.

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