@pablitorf: Hace dos semanas, en la segunda lectura del domingo, el apóstol Santiago en su epístola hacía referencia a una oración acompañada de acciones, una oración que no se quedara sólo en palabras bonitas, si no que sirviera para ayudar a los más necesitados. Por eso, decidí la tarde del 25 de Septiembre unirme a la protesta “rodea el Congreso”. No podía pedir por los parados y por las miles de personas que lo están pasando mal ante esta crisis y no asistir a un acto para pedir que las cosas cambien en este país. De modo que me puse rumbo al Congreso.
Desembarco en la parada de Sol, que tanto buenos recuerdos me trae tras participar en la acampada de Sol hace más de un año. Nada más salir, puedo ver un gran despliegue policial, evitando el paso hacia el lugar de representación y diálogo de la “democracia”. Enseguida una gran cadena de personas pasa a mi lado y me invitan a unirme a ellos, al grito de “nos hacen falta más eslabones”. En ese momento me vinieron a la cabeza dos ideas: una popular canción de misa titulada “Nueva Civilización”, que tiene una frase que dice “una cadena más fuerte, que el odio y que la muerte”, y una oración que siempre me ha gustado que decía: «Jesús necesita nuestras manos, nuestros ojos y nuestros pies para poder traer al mundo el Reino.» Sin pensarlo, decido agarrarme de la mano de dos mujeres de unos 50 o 60 años y comienzo a rodear el congreso en un ambiente de fiesta para pedir un cambio en esta sociedad.
Recorro de esta forma las calles aledañas a Sol y al Congreso, entre risas, charlas, discusiones, cantos y un halo de Esperanza que espero no perder nunca. Esas dos señoras, profesoras pertenecientes a la marea verde, cuando pasamos por el convento de las hermanas Trinitarias Descalzas, me dieron una verdadera lección; en vez de proferir a insultos o decir alguna cosa hiriente hacia los cristianos, cosa que esperaba, porque no todo el mundo comparte mi Fe, dijeron que, si pudieran salir, seguro que se unirían, dado que ellas también tienen mucho que decir en esto, al igual que todos los cristianos. Así llegamos a la plaza de Neptuno, agarrados de la mano y sin cometer ningún acto violento. De repente se oye como un petardazo y veo que la policía que tengo justo enfrente de mi empieza a correr porra en mano hacia nosotros y tengo que salir corriendo hacia la Iglesia de Los Jerónimos. La gente huye despavorida, no saben a donde ir dado que todo empieza a ser confuso, y los ruidos de botellas, disparos de pelotas de goma y gritos vienen de todas partes. Ahora puedo imaginarme que experimentaron los primeros cristianos con las primeras persecuciones y que difícil fue para ellos poder dar testimonio del Reino. ¿Qué pasaría con aquellas dos señoras que me acompañaban? Espero que no les pasara nada.
Ante todo esto, ¿cuál es la actitud de la Iglesia? ¿Dónde estamos, como Iglesia en estos tiempos difíciles? ¿La jerarquía que nos representa podría hacer algún comentario ante la crisis y las dificultades, más allá de las muchas y buenas acciones que realiza Cáritas? A veces me siento un poco sólo, o encuentro alguna mala mirada, cuando sólo intento posicionarme junto al que sufre en mi día a día. Me gustaría sentir a una Iglesia (que la formamos todos) más cercana al pueblo, que exija que se acabe con la avaricia, que busque enseñar a los ricos y poderosos otra manera de actuar, sin condenar, con Caridad.
En el fondo, pienso que la situación de ahora es muy parecida a la que vivió Jesús, solo que a veces siento a una Iglesia que se dedica a tomar la actitud de los Sumos Sacerdotes en vez de unirse a los más necesitados. Y desde luego puedo afirmar que me siento Iglesia, aunque tengo la sensación de que muchos no compartirán mi idea de que Cristo era un “perroflauta” pero muchos compartirán que tras la muerte y la oscuridad nos queda la certeza de que Al Tercer Día resucitó.
La imagen que acompaña al texto por PacoPan en Flicker compartida para uso no comercial
Gracias por tu artículo, Pablo (supongo que ése es tu nombre). Como cristiano, como religioso y sacerdote, también siento que nuestra Iglesia podría mostrar un rostro más samaritano y dejar claro (también oficialmente) que su opción fundamental es estar con los más desfavorecidos (de esta crisis y de cualquier parte). Yo también espero que nuestros obispos se decidan a publicar un documento de la actitud cristiana ante la crisis, y denunciando los abusos y la avaricia a la que tú te refieres. Que para otras cosas sí tienen tiempo, y de otros temas ya hablan largo y tendido…
Además, me uno a tu deseo de que avivemos la esperanza, la fe y la caridad en medio de esta sociedad, de que seamos fermento en la masa. Más que nunca estamos llamados a serlo, y nuestro mundo lo necesita.
Preguntas -y te preguntas- dónde estamos los cristianos en estos tiempos difíciles. Y tu pregunta me remueve… porque siempre queda mucho por hacer, mucho por corregir para que nuestras actitudes sean como las de Jesús. Y esto va también por nosotros los curas, a los que nos viene bien que jóvenes como tú nos deis un toque de atención. Pero no creo que estemos en la actitud de los sumos sacerdotes…
Algunos, desde donde estamos, hacemos lo que podemos. Diariamente convivimos con jóvenes a los que intentamos educar en la austeridad, la solidaridad, la justicia, la esperanza, el sentido crítico, el compromiso. Y créeme que no es fácil, porque esa sociedad que nos indigna y que criticamos, a veces les atrapa y les hace acomodarse, y a menudo viven mirándose el ombligo, con total indiferencia ante lo que ocurre a su alrededor. Luchamos por sacar lo mejor de los jóvenes, por formar personas libres, honestas y justas, que no se dejen manipular, que si el día de mañana tienen una responsabilidad social, la vivan desde el servicio al bien común, no como nuestros políticos…
Algunos procuramos vivir de manera sencilla, cerca de la gente, animando y dando esperanza en medio de las situaciones complicadas que trae la crisis y la vida. Algunos no nos conformamos con que las cosas estén como están. Igual que tú y que muchos otros que salen a la calle, que manifiestan su malestar y su indignación. Pero otros lo hacemos sin manifestarnos, inviertiendo a largo plazo. Es otra manera de luchar por lo mismo. A lo mejor nos equivocamos, pero lo intentamos. Y compartimos motivaciones y horizontes con personas como tú. Y somos Iglesia, como tú.
Ojalá entre todos mostremos el rostro de Jesús, pues -como dirá el evangelio de este domingo- no es exclusivo de nadie…
Si has llegado hasta aquí, gracias por aguantar… Un saludo fraterno,
Guzmán Pérez, sdb
Guzmán, lo primero es pedirte disculpas por tardar tanto tiempo en contestarte. Qué alegría más grande saber identificar las siglas que añades después de tu nombre, al final de la respuesta. Entiendo perfectamente lo que quieres decirme, y yo tengo que «quitarme el sombrero» ante ti y todas aquellas personas que habéis optado por entregar vuestra vida por los jóvenes.
Cuando yo hago referencia a ese llamamiento a los cristianxs y a la Iglesia en general hablo de un llamamiento a esos cristianxs dormidos cuya fe mucha veces es pobre en obras, cuya lucha es ideológica y politizada y no en favor de los más desfavorecidos. Y sobre todo, un pequeño llamamiento a la alta jerarquía eclesiástica, en la cual echo de menos documentos como bien dices y acciones, acciones que den un giro radical a su actitud.
Pero bueno, si me permites, como animador de un centro juvenil salesiano, creo que en los Salesianos se puede hacer autocrítica también. Yo veo un adormecimiento general en cierta parte de la comunidad, sobre todo de los más ancianos, que parecen que su contacto con los jóvenes acabó hace tiempo. Por lo menos eso puedo palpar en mi parroquia, donde veo a dos perfiles de salesianos: los que sin importar su edad siguen fieles a los jóvenes y los que se distancian y pierden ese contacto, sin aparecer en alguna reunión, en el centro juvenil, en oraciones… Y me da mucha pena. Éste llamamiento también es para ellos.
De todas formas, me encanta poder ver que hay gente dentro de la familia Salesiana con la que comparto opiniones. Mucha gente puede pensar que es una congregación situada a la izquierda de la Iglesia, yo más que eso pienso que es una gran congregación que tiene una sensibilización especial ante los más desfavorecidos, apostando siempre por la juventud, y eso es lo que más me llena.
Muchas gracias por todo y releyendo todo lo que he escrito tendré que estar atento de la viga en mi ojo, que hoy he visto muchas pajas 😉
Pablo, tu artículo es interesante, pero parece que Jesús fuera un revolucionario que viniera a subvertir el orden establecido.
Se te olvida que Cristo nos enseña que los cambios en la sociedad no vienen de arriba, de las autoridades o políticos, sino de la conversión personal. La lucha no está en la calle, sino en el corazón de cada uno y en su actuar y su relación diaria con los demás.
Por eso la Iglesia, tanto sacerdotes como laicos y religiosos, están en la calle, sí, pero no en manifestaciones. Están dando de comer al hambriento, dando una casa al sin techo, apoyo a las jóvenes que están solas en crisis de embarazo, ofreciendo un taller al parado, ayudando a salir de la explotación a la prostituta, enseñando español al inmigrante, etc.
Estas manifestaciones, o mejor dicho, los manifestantes, pueden tener una buenísima intención de cambiar el mundo, acabar con la precariedad laboral, familiar, social… Pero habría que analizar si sus acciones son adecuadas, eficaces y auténticas.
Hola María, en primer lugar pedirte disculpas por tardar tanto en contestarte. He leído y releído tu respuesta antes de contestarte y bueno, tan distinto no pensamos aunque pueda parecer que sí. Para mi la Iglesia debe de estar y está en esas situaciones que dices, y me parece que es la cara social de la Iglesia que muy pocas veces se ve en la televisión o en los medios. Pero desgraciadamente, a mi modo de entender, no se vuelca de la manera que debiera, o quizás es que no es suficiente. Yo no digo que no haga todo lo que tu has dicho, pero creo que debe de posicionarse a favor de lo que es bueno para la gente…Me cuesta entender que en plena crisis haya un silencio tan grande por parte de la Iglesia cuando hay respuestas tan rápidas para alguna medida que toma el gobierno en otras ocasiones, incluso con la participación de obispos en manifestaciones.
También estoy de acuerdo contigo en que muchas veces las acciones no son las más adecuadas, y queda patente en los vídeos difundidos que la carga policial era necesaria (no quiero decir que el ser necesario signifique ser justa o que no fuera desproporcionada, hay una persona paralítica de por medio), pero eso no quita para que no debamos formar parte de algo que es bueno, y cuya intención en ayudar, por lo menos así podremos decir que lo hemos intentado.
Y para mí, seguramente esté equivocado, Jesús si que fue un gran revolucionario. Es más, para mi fue el mayor revolucionario de toda la historia, dado que es una de las personas que más ha cambiado y cambia la forma de entender el mundo desde su época hasta la actualidad. Estoy de acuerdo en que el cambio empieza por uno mismo, y que Jesús nos pide un cambio en el corazón, pero si que debemos como Iglesia estar en la calle, mostrándonos siempre a favor del débil, como has citado tu en tus ejemplos.
Gracias por leer, por comentar y hacer que me repiense mis planteamientos otra vez. Por cierto y para terminar, la segunda lectura de hoy domingo, que deberíamos aplicarnos todos, dice cosas interesantes y recomiendo su lectura.
Gracias @pablitorf por el testimonio que nos ofreces y que comparto en buena medida. Coincido contigo en que los cristianos hemos de recuperar nuestra presencia social y hacer más visible nuestro compromiso por los más desfavorecidos. Comparto tu lucha y trato de vivir también yo (aún con mis errores y cobardías) con un mínimo de coherencia haciendo palanca en mi trabajo, en mis opciones, en mis compromisos, para darle la vuelta a la realidad y hacer emerger un mundo con más oportunidades para todos y en el que los más desfavorecidos puedan sentarse a la mesa de la dignidad que les pertenece. Creo firmemente en la honesta intención de muchas personas que en estos días se manifiestan en mi país por calles y plazas. Sé que también tú eres de estos. Yo mismo lo he hecho en otras ocasiones haciendo oír también mi voz junto a la de tantos que, desde perspectivas diversas, compartimos la convicción de que otro mundo es posible. Pero mantengo una distancia crítica con los que aprovechan la coyuntura para hacer de la libertad una estrategia violenta. No comparto la mentira de quienes hacen de la ideología una bandera partidista finalizada a sus intereses políticos aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid. No me alineo con quienes desprecian a los que piensan diferente creyendo que su verdad es la única verdad y hay que imponerla a fuerza de pedradas o reventando el sistema de convivencia que nos hemos dado entre todos. No justificaré jamás ninguna clase de violencia. Tampoco la ideológica. Tampoco la de aquellos que la usan abusando del poder. Creo en la fuerza de la palabra y de la razón. Apuesto por una revolución pacífica, a veces silenciosa, de tantos hombre y mujeres que hoy claman por una realidad más justa en la primera linea de una batalla que no contempla fusiles ideológicos sino armas de paz: compromiso transformador, denuncia profética y activismo solidario. Gracias por tu testimonio y por llegar hasta aquí acogiendo mi reflexión. JMN
En primer lugar JMN pedirte disculpas por haber tardado tanto en contestarte. Estoy totalmente de acuerdo contigo, la vía pacífica es la alternativa cristiana y la que yo busco. Pienso que en el diálogo y la discusión muchas veces se encuentran las grandes verdades o quizás los grandes defectos. Yo creo que debatir en plazas, participar en las calles, en las convocatorias o hablar mientras tomas un café con tu compañero de curro sirve para crear una idea e que esto debe de cambiar, pero siempre por la vía pacífica. En la idea de Dios y de la Iglesia también pienso así, es decir, estar en distintas comunidades de una parroquia, participar en asambleas de Iglesia de Base, participar en algún proyecto solidario o simplemente hablar de Dios o la Iglesia con tu compañero de trabajo sirve para descubrir mediante una discusión y argumentación al Dios verdadero. Una fe compartida es más enriquecedora. Por eso estoy de acuerdo en que la manera de hacer las cosas es mediante el diálogo y una lucha pacífica.
Muchas gracias por leer el artículo y me alegro de que te gustara=)
Es una sensación extraña salir a la calle a defender a los más desfavorecidos y que te miren raro por decir que lo haces porque eres cristiano.
Y sabiendo que muchos cristianos se esfuerzan cada día por ayudar a capear la crisis a las personas que más la sufren, echo de menos un apoyo más explícito desde la jerarquía. No me refiero a que critiquen la política del Gobierno (no es el momento de valorar la posición de la CEE) sino simplemente a que se reconozca ese trabajo en Cáritas y en muchos otros ámbitos eclesiales desde el episcopado.
Porque ahora mismo veo los inmigrantes sin Sanidad, los jóvenes sin medios para aprender, los parados de larga duración quedándose sin la ayuda y no puedo evitar recordar aquello de «porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber».