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Religiosidad popular, otro camino que nos lleva a Dios

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@jjaldogomez: Las primeras líneas de este breve artículo no pueden ser sino para desear una feliz Pascua de Resurrección a todos los lectores y amigos de Al tercer día. Dios vuelve a resucitar, como cada año, como cada día, como cada momento… Nos da la oportunidad de recomenzar, de encontrarnos con Él. Aprovechémoslo… Dios se muestra en cada realidad de la vida, sólo hay que tener el oído del alma presto y dispuesto para escuchar como nos llama, como nos alienta, como nos sostiene, como nos espera, como nos transporta… Como nos AMA.

txemarodriguez - Málaga 2014

Dios está siempre ahí. Incluso en la religiosidad popular, por eso, me gustaría hacer unas matizaciones al artículo que hace unos días publicaba @bearubis en este mismo foro. Sin ánimo de entrar en absurdas polémicas, que no tienen sentido, y compartiendo muchos de los aspectos que comenta Bea, por ejemplo el hecho de que la Semana Santa, como otros muchos instantes de las fechas religiosas del calendario, tienen que ser días para vivirlos desde la espiritualidad y la reflexión, no podemos sin embargo rechazar otra forma más del sentimiento religioso, como son las muestras de la religiosidad popular. La procesiones de Semana Santa, como cualquier otra en otro momento, son también oraciones. No lo olvidemos. Nacen desde lo más íntimo del sentimiento de la persona, de su amor a Dios, y merecen siempre respeto. Es demagogia pretender enlazar la meteorología con los deseos de Dios o con lo que realmente quiere. No podemos caer en ese tipo de consideraciones para intentar aliar a Dios con nuestra forma de entender la fe. Sería un grave error.

La fe es algo personal, como lo es el encuentro con Dios. Ni el nuestro es el correcto ni deja de no serlo. Es sólo eso, el nuestro. Cada persona es un mundo. Entrar en valorar la forma de encontrarse con Dios es demasiado presuntuoso. Hay que respetar como se acerca cada cristiano a Dios y, a ser posible, compartir ese encuentro. Que hay cosas que pueden mejorarse en las muestras de la religiosidad popular es totalmente cierto, que muchas veces se tornan en sólo folklore, también lo es, pero eso ya depende de cada individuo y no olvidemos que Dios nos hizo libres. Libres para acertar, libres para equivocarnos, y libres para seguirlo. Todos los caminos conducen a Roma, y no son pocos los caminos que llevan a Dios. El de la religiosidad popular es uno de tantos. Respetémoslo.

Camino a la santidad, oración de Todos los Santos

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@al3rdia: Mañana se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para nosotros esta fiesta nos hace recordar a todas las personas que nos han llenado de amor durante nuestra vida, pero también nos implica, que debemos acercarnos más a Él, sabiendo que ya estamos en camino a la santidad. Por todo ello hemos preparado una pequeña presentación que pretende ser ayuda para detenernos unos minutos, mirar nuestra vida y hablar con Él, o lo que es lo mismo, que nos ayude a rezar.

Nuestra recomendación es que enciendas el reproductor que incluimos, hemos seleccionado unas canciones que pueden ayudarte. Pongas la presentación en modo pantalla completa y te regales 10 o 15 minutos de silencio interior y exterior, para que podamos escuchar al Padre.

 

 

 

Los materiales han sido extraídos de este enlace, así que le damos todo el copyright a @pastoralsj
Toda la música es libre y ha sido extraída de Jamendo.
 

La oración, diálogo de tú a tú con Dios

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@jjaldogomez: Vivimos en un tiempo en el que la comunicación lo acapara todo. Tú mismo, querido lector, estás ahora aquí, leyendo este artículo, y usando un medio de comunicación al que quizás has llegado por una nota publicada en twitter. Tenemos también el facebook, el whatsapp, los SMS y hay quienes incluso seguimos siendo devotos de eso del folio en blanco marcado de garabatos en tinta de “bic” azul conformando esa añeja pero querida carta. Y, sin embargo, pese a vivir en un mundo y un tiempo que fomenta las vías de comunicación hemos olvidado o, al menos, hecho retroceder una comunicación elemental en el ser humano, la comunicación con Dios.

Imagen de echiner1 obtenida de Flickr.com¿Cuántos de nosotros nos levantamos cada mañana y nos acordamos de Dios? ¿Cuántos comenzamos el día ofreciéndoselo? ¿Cuántos hacemos una pausa a las doce de la mañana para recordar a María en un “Angelus”? ¿Cuántos cerramos los ojos antes de caer en el sueño de la noche sin dar las gracias a Dios por lo vivido? ¿Cuántos hablamos con Dios? Dios no tiene whatsapp, ni facebook, ni twitter… pero sí podemos hablar con Él. Existe un instrumento increíble para ponernos en contacto con Dios y se llama ORACIÓN.

Cuando oramos, cuando rezamos, hablamos con Dios, de ahí que la oración deba ser siempre personal e intransferible. No podemos encajarla en un prototipo, cada cual la diseña como entiende oportuno, es su forma de comunicarse con Dios, pero es vital en nuestras vidas. Necesitamos hablar con Dios. Yo, al menos, lo necesito. Me siento llamado a ese diálogo de hijo a Padre y le cuento mis alegrías, mis problemas, mis sueños, mis necesidades. Le agradezco lo que me da y le pido lo que necesito y por quienes necesito: mi mujer, mi familia, mis amigos, mis conocidos, incluso por aquellos que no conozco pero con los que comparto este maravilloso mundo.

No olvides, mi querido amigo que ahora lees estas líneas, que Dios está loco por escucharte y por hablar contigo. Sólo tienes que acudir a la ORACIÓN. Dios te está esperando. Habla con Él.

imagen: echiner1 en Flickr.com compartida como cc.

Año de la fe (pequeña guía para jóvenes)

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@al3rdia: El 11 de octubre de 2012 (50 años después del Concilio Vaticano II y 20 años después de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica), es decir, mañana, da comienzo un año especial para los cristianos católicos, el Año de la fe. Con la intención de vivirla más conscientemente, profundizar en sus contenidos, celebrarla con entusiasmo y comunicarla con alegría, a toda la Iglesia, a cada comunidad y a cada grupo, se nos ha convocado a vivir este Año.

Quizá no haya que hacer muchas cosas nuevas, o quizá alguna sí, quien sabe… en cualquier caso, es una oportunidad para profundizar en esa respuesta agradecida que un día dimos a Dios. Nuestra fe, es eso, respuesta a una propuesta que no está de nuestra parte. Una iniciativa amorosa que llena de sentido hasta los momentos más oscuros de nuestra vida. No es una elección personal, nos han elegido. No es una opción personal, han optado por nosotros. Tomar conciencia de ello nos hace descentrarnos de nosotros mismos y de nuestro mundo particular y centrar todo lo que somos y vivimos en Dios.

Para ello puede ser de ayuda el pensar algunos ámbitos o dimensiones de la fe, bien de manera particular, bien como un itinerario de grupo, si tienes la suerte de compartir tu fe en grupo, durante este año, bien para acentuarlo de cara a nuestros compromisos.

 

La fe que profesamos (Credo)

Aunque la fe es un acto de confianza y de fidelidad a Dios, hay una serie de contenidos que perfilan la identidad del Dios en el que creemos y, como consecuencia, nuestra manera de entender la vida y nuestra fe. Dichos contenidos están sintetizados en el Credo, que rezamos «de memorieta» en las fiestas y solemnidades.

No vendría mal que este año hiciésemos un esfuerzo por «pensar nuestra fe», comprenderla, profundizarla… no sea que vivamos como cristianos y desconozcamos la fe que nos une, …no sea que digamos vivir una fe que no comprendemos y que no sabemos explicar ni a nosotros mismos, …

Para ellos, una ayuda básica es el Catecismo, o el Youcat, aunque hay otros subsidios que también nos pueden ayudar.

 

La fe que celebramos (liturgia)

Un momento privilegiado de la fe es la celebración cristiana. Creo que no hay que decir mucho para motivar este asunto. …o quizá sí.

¿Funciona nuestra fe a nivel de calendario escolar? ¿Flojeamos en verano en nuestra participación en la eucaristía? Esto quizá sea porque todavía no hayamos captado su valor, o porque no hemos accedido a la experiencia que supone celebrar una Eucaristía «como Dios manda».

La Eucaristía, lejos de un show con musiquitas, o un momento para vernos las caras, es el encuentro de la comunidad cristiana con su Dios: Padre, Hijo y Espíritu. Hablamos de encuentro. No de recordar cosas que Jesús hizo o dijo. Encuentro entre cada uno con Jesucristo resucitado por la fuerza del Espíritu donado por el Padre, y encuentro de toda la Iglesia con el Dios que la llama, la habita, y la envía. Encuentro con su amor (perdón), encuentro con su Palabra (Escritura), encuentro con Él (memorial de la Última Cena), encuentro con toda la Iglesia presente y pasada (Plegaria Eucarística), encuentro con los demás (la paz), encuentro con Cristo (comunión).

La fe que vivimos (moral)

Lejos de ser una serie de ideas de fondo con la que vivimos, la fe es algo práctico, Es nuestro comportamiento, nuestras actitudes y nuestros actos. En teoría, solamente por nuestro modo de vida, se nos tendría que reconocer como cristianos.

La moral, no es sólo una serie de tomas de posturas ante cuestiones controvertidas sobre el comienzo de la vida, su final, la sexualidad u otros temas. Es una manera especial de situarse en el mundo. Si una persona no tiene clara su fe, es casi imposible que comparta o viva la moral cristiana, pues esta, está motivada por una experiencia de saberse profundamente amado. Desde ahí es desde donde se construyen con comportamientos, se buscan los fines y los medios, se sabe decidir, se tiene clara la conciencia, se promueve la vida, se denuncia la injusticia, se trabaja por los demás. En una expresión quizá chocante, se «practica a Dios» ¿lo haces tú?

 

La fe que rezamos (oración)

La oración es la fe en acto y el hecho más consumado de nuestra vida de fe, pues ahí estamos cara a cara con Dios.

Quizá pueda ser, este año, un buen momento para eliminar cierto automatismo con el que recitamos las oraciones, hay que esponjar nuestro corazón para que Dios pueda hablar, hay que… ¿Qué es lo que tú puedes hacer?

…Si no tiene obras, por si sola está muerta «Lectio (Sant 2, 14-18)»

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@al3rdia:

Para centrarnos

Os ofrecemos una pequeña Lectio divina que nos ayude a acercar nuestra relación con Dios. Muchos, seguro, han sido los momentos en que nos ha visitado en nuestra semana; en medio de idas y venidas, de personas y compromisos. Es momento de reunirlos todos y tratar de hacer una lectura de ellos desde Dios. A la luz de su palabra se ilumina nuestra vida.

La fe sin obras está muerta

Para que este momento sea de oración

Dejamos un momento de silencio y nos ponemos en manos de Dios. Le pedimos su Espíritu para que él hable en nosotros.

En el nombre del Padre…

Para que sean sus palabras y no las nuestras

Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-18)
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?
Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

Palabra de Dios

Para entender Su Palabra

La Carta de santiago nos muestra la dimensión práctica de la fe, que pasa directamente por la atención a los más necesitados.

Esto nos habla de la unidad de vida. Unidad desde la fe entre lo que se cree, lo que se siente, lo que se dice, lo que se hace.

Para Meditar

El cristiano del que habla Santiago, ¿Actúa mal? No lo creo, tiene los ojos abiertos a la realidad que le rodea, observa la necesidad de abrigo y falta de alimento que tiene su hermano, y pide a Dios por él, deseando que pueda solucionar sus carencias.

Pero nuestra fe, nos exige más, Santiago lo dice claramente, de nada sirve si no le aportamos todo lo que necesita, sin eso nuestra fe, está muerta. ¿Como actúo ante las necesidades de un prójimo necesitado?

Para elevar nuestra oración

Oh Dios creador, y dueño de todas las cosas, míranos; y para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Oración ante el dolor y el sufrimiento

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@al3rdia: Hoy queremos ofrecer una oración que puede acompañarnos en momento de dolor y sufrimiento ante una pérdida.

«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí» (Juan 14, 1)

(c) Siro López

 

Hay muchas situaciones en la vida que nos desestabilizan, que hacen que, aparentemente, desaparezca el suelo firme sobre el que caminamos. Situados como estamos ante el dolor y el sufrimiento de personas queridas, venimos a tratar de vivir estos difíciles momentos desde Dios.

A buscar una palabra, la de Dios, que nos oriente, que nos sostenga, que nos ayude a pasar este duro trago y a vivirlo con esperanza, confianza y amor. Y no sólo eso, también esperamos encontrar la sabiduría para acompañar a quienes sufren.

Venimos a encontrarnos con Dios para, una vez con Él, poder testimoniarlo y ofrecerlo a quienes lo sientan lejano y distante

Lectura (1Cor 13, 11-13)

«Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; al hacerme adulto, abandoné las niñerías. Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces, veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy conocido. Ahora nos quedan: la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande de todas es el amor.»

Meditación «Para tratar de vivir el dolor y el sufrimiento en cristiano»

 


En estos momentos hay muchas ideas que nos vienen a la cabeza y sentimientos que nos sabemos muy bien cómo comprender:

«La vida es una basura»… parece que nada tiene sentido; que, al final, no merece la pena ningún esfuerzo, ningún proyecto, ninguna ilusión. Es la tentación fácil de la desesperanza, del derrotismo… Sin embargo, pese a este pensamiento, sabemos que no podemos vivir sin desear, sin avanzar. No podemos vivir sin aspirar a más, sin buscar plenitud. Hay algo que nos sostiene: la fe. Hay algo que nos impulsa: la esperanza. Hay algo que nos llena y que no tiene fin: el amor.

¿Qué te sostiene? ¿Que te mueve? ¿Qué te llena?

«Dios no es justo»… siempre buscamos un culpable, alguien sobre el que cargar con nuestras incomprensiones. Cuanto mayor es la falta de comprensión, necesitamos alguien mayor que se haga responsable de todo… y, ¡cómo no!, para eso siempre está Dios. Es la tentación de quien se quiere desentender de todo y no busca comprender ni comprometerse… Nos cuesta comprender y aceptar que la vida tiene sus reglas, sus momentos de dolor y de sufrimiento, y preferimos vivir muy superficialmente huyendo de estos momentos. También, nos cuesta vivir sin esperar nada a cambio. Vivimos comerciando con Dios, como si Él nos debiera algo. Sin embargo es al contrario. Dios teje nuestra vida, respetando sus reglas ―también la del sufrimiento―, y nos da mil oportunidades para amar a los demás, a la medida de su amor.

¿Vives la vida (toda) de manera consciente? ¿Qué te cuesta más aceptar?

¿Amas y te entregas por Amor, o pidiendo cosas a cambio?

 

«Que se haga la voluntad de Dios»… lo hemos oído tantas veces…, lo hemos llegado a decir en tantas ocasiones… ¡¿Pero es que Dios quiere el dolor?! Si es así, este Dios no merece mi seguimiento, ni mi fe. Por mucho que lo haya dicho Jesús en sus últimas horas, a mi no me merece la pena. No me convence… Pero si miramos con atención la vida de Jesús, la voluntad de Dios no es el dolor, pero tampoco esquivarnos de él; Sino mostrarnos que el dolor no tiene la última palabra. Él, en su humanidad, ha conocido el sufrimiento hasta la cruz y por la fuerza del Amor de Dios lo ha vencido. Ésa sí es su voluntad, y no la de llevar a la gente a la desgracia. Pedir que se haga la voluntad de Dios es pedir que, en este paso, nos acompañe hacia el Amor, que sepamos vivirlo desde Él.

¿Te cuesta vivir estos momentos puesto/a en sus manos?

¿No es acaso «su voluntad» (la del amor) lo que buscamos cotidianamente?

Oración

¡Oh Dios!,
de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi alegría,
de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza.

En el tiempo de mi incertidumbre
me pongo en tus manos de Padre:
Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi esperanza,
llena con tu Presencia mi soledad.

Señor,
que el sufrimiento de los demás no me aplaste,
que sepa mirar con esperanza cada acontecimiento
y que, en ellos, descubra lo que Tú quieres de mi.

Amén

 

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