@JoseLuRMesonero; Posiblemente, a la mayoría de los jóvenes españoles el nombre “Matisyahu” no nos sugiera nada. Lo sepamos o no, Matisyahu es un cantante norteamericano (inicialmente de Reggae pero cada vez más inclinado a ritmos más alternativos y electrónicos). Pero sus canciones no hablan de fiestas, novi@s o temas frívolos típicos de cualquier estrella pop. No. Matisyahu habla de fraternidad humana, de amor (el de verdad, no el de un “lío” de quinceañeros) y de Dios (disculpad la redundancia)
Matthew Paul Miller nace el 30 de junio de 1979 en el seno de una familia judía de West Chester, Pennsylvania. Será un adolescente rebelde, pronto aficionado a la marihuana, al gamberrismo y a la música psicodélica. Todo esto se solucionará con su conversión a la fe de sus antepasados y su nueva vida en la comunidad ultraortodoxa de Nueva York. Todo, salvo la música. Los jasidíes (rama ortodoxa del Judaísmo al que en ese momento Matthew Miller se une) dan gran importancia a la música en el culto. Nuestro protagonista decide alabar a Dios con la música pero usando ritmos jamaicanos, cosa que ningún jasidí había hecho hasta el momento. La fama no tarda en llegar (viene bien recordar que en Estados Unidos uno puede vivir con comodidad de la música espiritual). El renombrado como “Matisyahu” saca cada vez más discos y es más conocido, sobre todo en círculos no pertenecientes a la más dura ortodoxia. Esto llevo a nuestro cantante a un cambio fundamental: el 13 de diciembre de 2011 anuncia en su página web que ya no será más “el cantante jasídico”. Matisyahu quiere huir de las etiquetas en el mundo musical, aparte de buscar una religiosidad no basada en simples reglas de vestimenta. En el verano del año siguiente, aparece en su nuevo single “Sunshine” afeitado y teñido de rubio (con Kippá gran parte de la canción eso sí). Hay quién desde sus antiguos círculos le rechazará por ello, pero también estamos quiénes aplaudimos su valiente decisión.
El último disco del polifacético cantante, “Spark seeker” (donde aparece el single antes citado) es el más ecléptico de su repertorio. Empieza con un sonoro canto de la Torá en “Crossroads” y acaba con un himno al pueblo judío en “Shine on you”. También merece la pena recordar la confianza en Dios y la aventura de su búsqueda que expresa “Bal Shem Tov” o la motivación humana que da “Live like a warrior”. Hay que mencionar aparte dos canciones: el single “Sunshine”, grabado con una niña palestina y su familia en el desierto, es un alegato por la paz en Tierra Santa. En esta misma línea, “Tel Aviv ´n´” expone el sueño sionista que todos los judíos (Matisyahu incluido) sienten, pero denuncia la violencia y el odio que pueden surgir de él, y recuerda a Israel que lo importante es Dios, no una bandera o una nación (Sh´ma Yisrael, Adonai eleheinou). Personalmente recomendaría a más de una persona escuchar esta canción.
Matisyahu supone para mí un referente en lo musical y también en lo espiritual. No vendría mal que, en este tiempo de esperanza que es el adviento, los hermanos menores en la fe del pueblo judío (los cristianos) escucháramos las canciones llenas de mensaje de este cantante tan poco común.