Se prohíbe que la fe salga de las sacristías

Publicado en 06 noviembre 2013  

Imagen de un candado con una flor marchita@jjaldogomez: Somos peligrosos. Sí, sí, querido amigo, como lo lees… Los católicos somos peligrosos. Que haya personas capaces de dar testimonio de una fe que llama al amor de todos los seres humanos, a la escucha, a la atención al pobre, al perdón, a la solidaridad y a la entrega gratuita sin esperar nada a cambio es peligroso. Rompe los esquemas de un mundo construido sobre otros pilares totalmente distintos. De ahí que no podamos extrañarnos que hace unas pocas semanas leyéramos en la prensa que los profesores de Religión no pueden ejercer tutoría ni vigilar los recreos en los colegios públicos andaluces.

Los motivos alegados desde el gobierno andaluz son claros: «no es por un motivo económico, es por el hecho de ser profesor de Religión, los elige la Iglesia», y, por tanto, evidentemente, son peligrosos. Poco importa que se produzca una aminoración en la atención educativa y la vigilancia del alumnado en un momento donde es deseable una mayor atención, o que se ejecute una palpable discriminación del profesorado de Religión, que se ve desplazado de tareas en las que, hasta ahora y conforme a la normativa legal establecida, estaba equiparado al resto de compañeros, eso da igual. Son peligrosos y hay que apartarlos.

La fe no es algo que se pueda pasear por la calle. Queda feo que alguien se santigüe cuando pasa por delante de una iglesia, que se hable del Evangelio, que se dé testimonio de nuestras creencias. No, no, no… Eso debe quedar dentro de la vida privada de cada uno y no puede saltar a la esfera pública. ¿Qué pasaría si alguien se diera cuenta de lo que predican los católicos comprometidos y que es el amor desinteresado lo que debe mover al mundo? La mentira hipócrita que envuelven muchos de los resortes de nuestra sociedad podrían saltar por los aires debido a la revolución del amor de Dios así que lo mejor es que los católicos no salgan de las sacristías. Se prohíbe que la fe salga de las sacristías, se prohíbe hablar de Dios, y queda prohibido, faltaría más, seguir leyendo este artículo. Lástima que la prohibición llegó cuando ya se había terminado.

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