Para centrarnos
Os ofrecemos una pequeña Lectio divina que nos ayude a acercar nuestra relación con Dios. Muchos, seguro, han sido los momentos en que nos ha visitado en nuestra semana; en medio de idas y venidas, de personas y compromisos. Es momento de reunirlos todos y tratar de hacer una lectura de ellos desde Dios. A la luz de su palabra se ilumina nuestra vida.
Para que este momento sea de oración
Dejamos un momento de silencio y nos ponemos en manos de Dios. Le pedimos su Espíritu para que él hable en nosotros.
En el nombre del Padre…
Para que sean sus palabras y no las nuestras
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve?
Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»
Para entender Su Palabra
La Carta de santiago nos muestra la dimensión práctica de la fe, que pasa directamente por la atención a los más necesitados.
Esto nos habla de la unidad de vida. Unidad desde la fe entre lo que se cree, lo que se siente, lo que se dice, lo que se hace.
Para Meditar
El cristiano del que habla Santiago, ¿Actúa mal? No lo creo, tiene los ojos abiertos a la realidad que le rodea, observa la necesidad de abrigo y falta de alimento que tiene su hermano, y pide a Dios por él, deseando que pueda solucionar sus carencias.
Pero nuestra fe, nos exige más, Santiago lo dice claramente, de nada sirve si no le aportamos todo lo que necesita, sin eso nuestra fe, está muerta. ¿Como actúo ante las necesidades de un prójimo necesitado?
Para elevar nuestra oración
Oh Dios creador, y dueño de todas las cosas, míranos; y para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén