Posted on 22 diciembre 2013
Tags: @jmnunezsdb, #TiempoDeAdviento, Adviento, concertina, Cuarta semana de adviento, Encarnación, inmigrantes, Lampedusa, Melilla

Cuando estamos ya cerca de la celebración de la Navidad, nos erizan la piel las imágenes que han dado la vuelta al mundo y que publicó la RAI 2 en su telediario de hace unos días, mostrando el trato inhumano dado a los inmigrantes del centro de acogida de Lampedusa. Una vez más Lampedusa. Lampedusa como icono de la infamia y la indecencia de un mundo rico que deja al aire sus vergüenzas cuando pisotea los derechos fundamentales de las personas: en el patio, al aire libre y con temperaturas invernales, cuerpos desnudos a la vista de todos fumigados literalmente para combatir la sarna. Vacunados como ganado. Humillante. Indecente. Vergonzoso. Khalid, testigo cotidiano de cuanto sucede, va repitiendo al grabar las imágenes con su teléfono móvil: “como animales, nos tratan como animales”. Es un grito angustioso de denuncia y de decepción ante un espectáculo que recuerda, sin miramientos, a los campos de concentración de otras historias y otras épocas. Vallas ignominiosas que bloquean los sueños, cuchillas que laceran la piel o cuerpos desnudos despojados de dignidad ¿No son acaso la misma tragedia?
Esta cuarta semana de Adviento nos prepara a la fiesta cristiana de la Encarnación. La liturgia que celebraremos estos días nos recordará el realismo de un Dios que se hace uno de nosotros para abrir sendas de liberación en nuestro mundo. Los seguidores del Maestro no podemos perdernos en sensibilidades y nostalgias de un tiempo acaramelado a fuerza de una rutinaria fiesta social. Por el contrario, queremos mirar con ojos nuevos la realidad para descubrir la “carne de Cristo” en la piel lacerada de nuestros hermanos y hermanas que son machacados por la injusticia, la soledad o el abandono.
Vivir y creer la Encarnación, celebrar la Navidad, es hacer nuestro corazón más solidario; es no mirar para otro lado; es asumir la carne de Dios-con-nosotros en la debilidad de las vidas maltrechas de las personas que encontramos por el camino; es creer, contra todo, que el futuro es de Dios-nuestra-justicia y que podemos adelantarlo en el hoy de nuestra historia.
Celebraremos estos días con la impotencia que experimentamos ante un mundo que vomita la carne de Dios que son los pequeños y empobrecidos. Los cristianos seguiremos elevando nuestra plegaria para que “los cielos lluevan al justo”, para que la tierra se abra y surja un mundo nuevo, diferente, que hemos de hacer posible con el esfuerzo de los hombre y mujeres de buena voluntad. Cantaremos “Gloria a Dios en las alturas” y nuestra mente y nuestro corazón aquí abajo estarán pendientes del suelo, de las fronteras, de las vallas y cuchillas que impiden que, de veras, “la gloria de Dios sea que el hombre viva” (San Ireneo). Feliz Navidad.
Posted on 27 noviembre 2013
Tags: @jmnunezsdb, @pepemontalva, #TiempoDeAdviento, Adviento, Dios con nosotros, Dios de la vida, Encarnación, esperanza

@jmnunezsdb: El Adviento es un tiempo litúrgico para la esperanza. Durante cuatro semanas, los cristianos preparamos la fiesta de la Navidad actualizando el misterio central de nuestra fe: la Encarnación, Dios que se hace hombre, que coge nuestro paso, que se hace historia. Jesús de Nazaret es uno de los nuestros, Dios-con-nosotros, nuestro hermano. Como todos los acontecimientos importantes, preparamos la Navidad con esmero y detalle, poniendo a punto – sobre todo – nuestro corazón y disponiendo caminos que posibiliten el encuentro con el Dios de la Vida.
Sucedió una vez en la historia y, desde entonces, nada es igual. El amor de Dios, más fuerte que la oscuridad y que la muerte, ha iluminado las sombras y ha disipado la tiniebla del mundo. Jesús, el Verbo encarnado, ha dado sentido a la existencia de las personas porque en El hemos experimentado el abrazo de ternura y de misericordia de Dios. Su Palabra, hecha carne, abriga el alma de todos los que buscan orillas más cálidas desde las que vivir compartiendo el camino, como Jesús, aliviando la carga de quienes más fatigan para salir adelante.
Pero no solo recordamos cuanto sucedió sino que, experimentando la Presencia del Dios Viviente, alienta en nosotros la esperanza en un futuro más pleno que ya se acerca. Como se aviva la llama del rescoldo y las brasas, la brisa del Espíritu aviva nuestra esperanza y alienta nuestro caminar. Como hombres y mujeres comprometidos con el Reino, los cristianos levantamos la mirada y percibimos por delante un horizonte de plenitud hacia el que queremos seguir caminando con nuestros hermanos y hermanas. Codo a codo, paso a paso, junto a quien le cuesta más caminar, vamos adelante poniendo acogida y bondad en cada recodo del sendero. El Adviento nos invita a renovar la vida y el compromiso señalando la vereda por la que nos precedió nuestro Maestro.
Cuatro semanas para preparar la fiesta. Cuatro semanas para allanar caminos. Cuatro semanas para compartir la vida. Cuatro semanas para pintar el mundo de esperanza. Adviento es la certeza de que Dios viene a nuestro encuentro.
Durante los próximos cuatro domingos publicaré una invitación a vivir cada semana de adviento desde la esperanza y el gozo en la llegada de Jesús a nuestras vida, a nuestros corazones. No te lo pierdas.
La imagen de este artículo y de los próximos es de @pepemontalva
Posted on 20 octubre 2013
Tags: @javiviendo, Arcaduz, Encarnación, Jan Dobraczyński, La sombra del Padre, padre elegido por el Padre, Palabra, San José
@Javiviendo: Recientemente he podido disfrutar de la lectura de “La sombra del Padre”, de Jan Dobraczynski que nos acerca de forma novelada la vida de uno de los santos más importantes y también de los más desconocidos a ojos de la Sagrada Escritura: San José de Nazaret.
Partiendo de fuentes escriturísticas de la época que vivió José, el autor narra el clima de tensión judía por la posible venida del Mesías, las disputas políticas de Herodes, y en medio de todo, la vida de un hombre callado, el mayor de sus hermanos y heredero de la estirpe real perdida en el tiempo, al que el Señor le tiene preparado una tarea sacrificada pero que bien vale el amor profesado a una muchacha de Nazaret, y la entrega voluntaria y generosa de su vida, en constante cambio y no exenta de peligros, al Dios que quería acampar entre nosotros.
Tras su lectura, creo que el libro no es una novela inventada llena de buenas intenciones que valdría para dar por hecho una supuesta santidad de alguien que poco tuvo que ver con el misterio de la Encarnación. No, ni muchísimo menos. El libro ofrece al lector la contemplación de la imagen más parecida que de San José nos ha llegado por la Tradición de la Iglesia: la vida de un hombre con un papel crucial en la Encarnación, aquel que debía proteger el misterio, a la Madre y al Hijo, siendo un padre en la sombra, pero el padre elegido por el Padre, a fin de cuentas.
Recomiendo su lectura, sobre todo y tal como me recomendaron a mí, a novios o esposos y padres de familia, para pedir con mayor conocimiento y amor su intercesión.