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Fuego en la espalda y el corazón

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Imagen de @pepemontalva del tercer domingo de adviento

@jmnunezsdb: Me contaba mi hermano Vaclav Klement, salesiano misionero y buen conocedor de la cultura oriental, que en chino mandarín, la palabra y el concepto de la “luz” se expresa con la idea de un hombre portando fuego en la espalda. Es una intuición enormemente sugerente que me ha ayudado a pensar en estos días de adviento y que puede introducirnos a la tercera semana de este tiempo de esperanza y compromiso transformador.

La pregunta clave en esta tercera etapa del camino será ¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro? Es el interrogante que los enviados de Juan el Bautista – encarcelado por Herodes – hacen a Jesús al comienzo de su predicación. La respuesta del Maestro no se hace esperar. Les invita a descifrar los signos que ven a su alrededor: los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen y a los pobres se les anuncia una buena noticia liberadora. Son los signos del Reino que ya está presente entre nosotros. Jesús es el Reino. Él es quien tenía que venir. El esperado de los tiempos. El Mesías de Dios, la luz que vino al mundo y muchos no reconocieron.

En esta semana, avanzando en nuestro camino de Adviento, estamos invitados a preguntarnos en primera persona: Y yo, ¿sé reconocer a Jesús el Cristo en al camino que vivo y comparto cada día? ¿Descubro a Dios-con-nosotros en mis hermanos, en los pobres, en la comunidad, en la Palabra, en la Eucaristía? Quizás tengamos que abrir más los ojos y disponer mejor el corazón ¿no os parece?

Pero hay una pregunta que nos lleva aún más allá: ¿Soy yo un signo creíble del que ha de venir o tendrán que esperar a otro? Los cristianos somos hoy signos de la Luz. Como en la cultura china, si queremos alumbrar hemos de quemarnos, llevar fuego en nuestro corazón, de modo que muchos a nuestro alrededor puedan descubrir que también nosotros somos precursores de Cristo el Señor, palabra suya pronunciada en su nombre, una pequeña lámpara que arde y se consume para indicar a todos que Dios está de nuestra parte y es misericordia y ternura para con nosotros.

En estos días, cercanos a la Navidad, pidamos que se abran los cielos y lluevan al Justo. Que Aquel que ha venido a poner fuego en la entraña de la tierra, avive también nuestra llama en este tiempo de gracia y liberación. ¡Buena semana!

Tiempo de Adviento

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Imagen para el ciclo de artículos sobre el adviento por @pepeja

@jmnunezsdb: El Adviento es un tiempo litúrgico para la esperanza. Durante cuatro semanas, los cristianos preparamos la fiesta de la Navidad actualizando el misterio central de nuestra fe: la Encarnación, Dios que se hace hombre, que coge nuestro paso, que se hace historia. Jesús de Nazaret es uno de los nuestros, Dios-con-nosotros, nuestro hermano. Como todos los acontecimientos importantes, preparamos la Navidad con esmero y detalle, poniendo a punto – sobre todo – nuestro corazón y disponiendo caminos que posibiliten el encuentro con el Dios de la Vida.

Sucedió una vez en la historia y, desde entonces, nada es igual. El amor de Dios, más fuerte que la oscuridad y que la muerte, ha iluminado las sombras y ha disipado la tiniebla del mundo. Jesús, el Verbo encarnado, ha dado sentido a la existencia de las personas porque en El hemos experimentado el abrazo de ternura y de misericordia de Dios. Su Palabra, hecha carne, abriga el alma de todos los que buscan orillas más cálidas desde las que vivir compartiendo el camino, como Jesús, aliviando la carga de quienes más fatigan para salir adelante.

Pero no solo recordamos cuanto sucedió sino que, experimentando la Presencia del Dios Viviente, alienta en nosotros la esperanza en un futuro más pleno que ya se acerca. Como se aviva la llama del rescoldo y las brasas, la brisa del Espíritu aviva nuestra esperanza y alienta nuestro caminar. Como hombres y mujeres comprometidos con el Reino, los cristianos levantamos la mirada y percibimos por delante un horizonte de plenitud hacia el que queremos seguir caminando con nuestros hermanos y hermanas. Codo a codo, paso a paso, junto a quien le cuesta más caminar, vamos adelante poniendo acogida y bondad en cada recodo del sendero. El Adviento nos invita a renovar la vida y el compromiso señalando la vereda por la que nos precedió nuestro Maestro.

Cuatro semanas para preparar la fiesta. Cuatro semanas para allanar caminos. Cuatro semanas para compartir la vida. Cuatro semanas para pintar el mundo de esperanza. Adviento es la certeza de que Dios viene a nuestro encuentro.

Durante los próximos cuatro domingos publicaré una invitación a vivir cada semana de adviento desde la esperanza y el gozo en la llegada de Jesús a nuestras vida, a nuestros corazones. No te lo pierdas.

 

La imagen de este artículo y de los próximos es de @pepemontalva
 

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